Esteban Magnasco: “Para emprender hay que tener coraje y pasión”

Promovida por la Cámara Empresaria de Tandil, en esta oportunidad la sección “Así se hizo mi empresa” se acerca a Don Atilio, la histórica firma que hoy conduce el empresario Esteban Magnasco. Con la fortaleza de un apellido que fue símbolo pionero de la quesería tandilense, Magnasco enfrenta con nuevos desafíos el devenir de la tercera generación de Don Atilio en nuestra ciudad y buena parte del país.

-¿Cómo empezó toda esta historia?

-Mis bisabuelos con un sobrino que se llamaba Luis y le da nombre a la empresa compraron La Tandilera. Mi papá Atilio llegó como gerente de La Tandilera a mediados del siglo pasado. Luego papá en los 90 quiso hacer quesos, justo fue en la hiperinflación de Alfonsín. Era como una forma de preservar el valor, en ese momento había un lío bárbaro con la economía. Ese fue el empujón para hacer la fábrica, arrancamos con la construcción en el 91 y en 1992 la inauguramos. Me pusieron al frente de la fábrica y todavía el viejo siguió trabajando un poco más. Seguimos los seis hermanos como socios y luego con el tiempo les fui comprando la parte a mis hermanos. Quedé yo y un hijo mío que tiene una participación y trabaja conmigo.

-¿Y cuál cree usted que es la identidad de los quesos Don Atilio?

-Creo que todo está en la tradición familiar y en preservar la calidad. Que sean quesos tipo industriales pero manteniendo una calidad artesanal, cosa que a veces no es fácil. Y seguir con la idea ir creciendo de a poco todos los años.

-¿En tiempos de crisis logró mantener el crecimiento?

-Nosotros tuvimos un crecimiento importante durante los primeros quince años, aunque de a saltos. Cuando quedé totalmente a cargo de la fábrica arrancamos a crecer. Estamos creciendo un 8% anual.

-¿La marca Tandil influye?

-Sí, claro, el queso de Tandil es reconocido, como los fiambres. Lo busca muchísimo la gente, ya nos conocen. Nosotros no tenemos una gran producción porque somos una pyme más pequeña que mediana para lo que es la industria láctea, pero estamos muy bien posicionados en todo lo que son las cadenas grandes en todo el país. Estamos en Mendoza, la zona de Cuyo, Rosario, La Plata, Buenos Aires y la costa. Y en cuanto a hipermercados estamos en Walmart, Jumbo, Coto, Macro y entramos en La Anónima en una sucursal en la costa. Eso te da presencia, si estás en los supermercados existís. Si no estás algo falta, porque es una muy buena vidriera. Por ejemplo, el otro día fui a un Disco en Salta y ahí estaban mis quesos…

-¿Y qué sintió?

-Y me puse contento. También estamos en Salta, San Juan, Tucumán, Neuquén, Bariloche.

-¿Y el estar en las góndolas de un hipermercado es correlativo a la venta?

-Nosotros del total de lo que fabricamos vendemos un 15 a 20% en supermercados. Ahí nos interesa crecer un poco pero no demasiado, porque donde se crece mucho hay un gran riesgo. Ocurre que un día el supermercado prescinde de tu producto y te crea un gran problema. A mucha gente le ha pasado eso cuando tenés el 60% de tu venta en una cadena. No se puede estar prisionero de eso. También trabajamos mucho con distribuidores, gente intermediaria con depósito y logística. Directo le vendemos a supermercados, a Molinos Cañuelas, algunas cadenas de restaurante y tenemos nuestros propios vendedores.

-¿Cuál sigue siendo el queso más buscado?

-En volumen el que más se vende siempre es la barra y el cuartirolo, son quesos masivos pero también son los que tienen más competencia. Pero a nosotros nos conocen mucho por los quesitos. No es un volumen muy grande, venderemos unos 15 mil kilos mensuales. Es un queso chiquito que reconoce mucho la gente. Tenemos una línea muy grande pero ese queso es muy conocido. También hacemos dulce de leche que es muy bueno, está reconocido y ahora estamos haciendo inversiones para crecer en producción. Y la leche fluida prácticamente la vendemos localmente, porque es leche de corta vida, pasteurizada.

-¿Cómo es emprender hoy, en un país tan inestable?

-Y… hay que tener coraje y pasión, porque si lo pensás bien no hacés nada. Pero ya estamos acostumbrados. Mi padre empezó con el tema de la fábrica cuando ya tenía 70 años, fue quien nos empujó a todos.

-¿Qué recuerdos tiene de él?

-Muchísimos. De joven era muy duro, áspero. Y muy justo también. Tenía un carácter importante y hacía de todo: fue presidente del Banco Comercial, de La Tandilense, gerente de La Tandilera. Hizo de todo, tenía una capacidad de trabajo infernal. En 1956 cuando Magnasco cumplió 100 años tenía 3500 empleados y 70.000 vacas en ordeñe todo a mano. Y él manejaba la mitad de eso. En ese momento era la fábrica más grande del país. Con papá tenía mucha diferencia de edad y cuando me recibí trabajé mucho con él, laburamos a la par.

-¿Tiene algún desafío para el año que viene?

-Varios desafíos pero la cuestión es la financiación. Queremos ampliar la fábrica y automatizar todos los procesos, más incorporar algunas líneas de productos. Vamos de a poco y como podemos.

-¿Siempre le sorprende Argentina para mal?

-Más que sorprender me decepciona, pero a eso también ya estamos acostumbrados. El gobierno hizo algunas cosas buenas. En el caso de la producción lechera de rebote le salió muy bien la cosa porque evolucionaron los precios que venían con un atraso terrible. Más allá de esto, lo que creo es que se perdió una oportunidad.

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